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sábado, 22 de mayo de 2021

POLONIA | VARSOVIA, LA CIUDAD DESTRUIDA

Marek fue el tipo que nos acogió en su casa durante dos noches. Nos abrió su hogar gracias a su relación con el universo del viaje en bicicleta, en concreto, a través de una plataforma digital -WarmShowers, esto es, DuchasCalientes- donde contactas con huéspedes que se predisponen a ofrecer un cobijo a ciclistas por el mundo. Marek, cercano a los 40 años, quiso comenzar en 2019 una vuelta al mundo en bici de un año -rápida y directa-, con rumbo asiático, de la que tuvo que desistir finalmente por el panorama Covid cuando ya había saltado el gran charco del Pacífico desde Singapur, y se encontraba en Chicago. Como anécdota de su hazaña, en Kazajistán se vio truncada su aventura; le robaron su bici y equipaje en un momento de despiste. Al final fue la policia Kazaja la que le proporcionó y financió su nueva bicicleta y material para continuar. 

En la zona verde del rio Vistula, Varsovia al fondo


Durante los días de visita en Varsovia, simplemente tienes que asumir tu presencia en un lugar que expone y representa los horrores de historias pasadas. Es el reflejo no solo de lo acontecido en la ciudad, sino de lo que ocurría en los pueblos y campos de concentración nazis. A cada paso en esta ciudad hay piedras y flores comemorativas -como en cualquier carretera, bosque o pueblo en Polonia- de las personas polacas que fueron fusiladas o ahorcadas en ese lugar por su levantamiento contra la dominación alemana. Además, y por casualidad, coincidimos con el homenaje en el monumento a los caídos polacos en la batalla de Monte Cassino; concierto de la banda del ejército polaco, sonidos tristes que entonan melodías folklóricas de aquellos antepasados en tiempos de guerra.

Mi interés en especial por visitar la zona más antigua, Rynek, o plaza del mercado -y reconstruida en base a las obras de pintores clásicos-, que alberga cada ciudad polaca como foco central de su actividad diaria desde hace siglos. Son lugares abiertos, casas coloridas y muy particulares, albarotados de pequeñas tabernas y restaurantes que ahora por fin, y tras tanto tiempo sin ellas por el Covid, ofrecen sus terrazas. La famosa sirena, el monumento central que preside la plaza, y que cuenta la leyenda constituyó la ciudad emergiendo del gran río polaco que la cruza, el Vístula -Visua-. 


Sirena de Varsovia en Rynek, o plaza del mercado

El paso por las barriadas del gueto judío, imaginando aquella resistencia por mantener una mínima esperanza de preservar la vida, y el levantamiento final de los últimos que quedaron allá. El director Roman Polanski lleva a la gran pantalla la mejor representación posible de esta triste historia, con la película El Pianista, culminando con esa pieza magnífica de Chopin al piano, tocada por su protagonista judío -Adrien Brody-, en una ciudad totalmente destruida tras la derrota nazi. Chopin es el pianista polaco referente que, junto a otros artistas y escritores, constituyó a través de su obra una resistencia a la ocupación prusiana desde finales del s. XVIII, y que con su música trató de expresar los sentimientos de una patria que durante siglos estuvo ocupada y manipulada. Gran parte de su vida y obra tuvo lugar en Francia, donde estuvo emigrado. 

La cárcel de Pawiak, reconstruida ahora en museo, situada en el centro de la ciudad, también alberga historias de muchos polacos, como prisioneros políticos y civiles, que fueron llevados por su resitencia al régimen nazi. Normalmente recibían un trato tan severo que pocas veces sobrevivían. Destaco a Irene Sendlerowa, 'El Angel del gueto de Varsovia', fue una enfermera y activista polaca encerrada y maltratada en este recinto. Se dedicó en los años de guerra a salvar la vida y facilitar la escapada y el posterior escondite de miles de niños y niñas del gueto judío. Muchos de ellos pudieron salvar sus vidas y emigraron a América. En Estados Unidos es una de las personas célebres de la comunidad judía americana -pelicula Dzieci Ireny Sendlerowej, en español, Los niños de Irene Sendlerowa-. 

Los varsovianos y varsovianas se empeñaron en la reconstrucción de su ciudad, y tras la 2ªGM, manos a la obra fueron capaces durante décadas de tratar de emular los edificios y obras clásicas que fueron escombros. Jardines y parques maravillosos como Lazienki Park, donde los Reyes polacos cultivaban naranjos en grandes invernaderos, y visitaban su palacio en la isla central del parque, o acudian a representaciones en el teatro neoclásico, rodeado por las aguas del canal. La entrada occidental de este gran parque está presidida por el monumento de Chopin, en una gran fuente, y expuesta como foco central de una representación al piano infinita, rodeada de bancos y sillas.


Teatro neoclásico, Lazienki Park -Parque de los Baños del Rey-

Palac Wilanów Królewski, palacio construido durante el reinado del famoso Rey polaco del s.XVII, Jan III Sobieski, para la dinastía Sobieski, y entre cuyos últimos descendientes en el s.XXI -aunque sus hijos murieron sin descendencia directa- está Daria Sobieska, mi acompañante al pedal. Fue uno de los últimos reyes hegemónicos de aquel emporio polaco que empezó a ser absorbido por sus vecinos Imperios a lo largo del s.XVIII. Polonia, como dato, llegó a tener una extensión de tierra en la Edad Media desde el Báltico, hasta Moldavia, en el Mar Negro, conectando ambos mares. 


Daria, en Palac Wilanów, de la dinastía Sobieski


Tras las dos noches en casa de Marek, decidimos, a pesar de las lluvias, reemprender el camino. No sin antes hacer un servicio de mantenimiento a su bicicleta, como trueque y agradecimiento de su hospitalidad -en la bicicleta llevo herramientas que me permiten mucha independencia, y además, ofrecer mis servicios-. Saliendo de la ciudad fuimos interceptados por un ciclista; cara de peruano, y efectivamente, El Peru -así le llaman-, lleno de emoción, frenó en secó cuando vio nuestras bicicletas equipadas. Con mucha energía empezamos a intercambiar historias de aventura -Peru, catalán, español y peruano, salió desde Barcelona hacia China en 2019 en bicicleta Brompton, un tipo de bici urbana plegable inglesa, y acabó en Polonia por amor y frenado por el Covid-, y con ganas de más, nos ofreció hospedarnos en casa de su compi polaca, Olga. Acabaron siendo cuatro noches más de risas y buenísima compañía en la capital. 


Encuentro callejero con 'El Peru'



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